30-10-2017, 11:24 PM
En el pasado Torneo Feria de Almería edición 2017, en una de las últimas rondas y primeras mesas, cuando los jugadores se jugaban el campeonato, tuvimos la visita de uno de los periodistas-fotógrafo-ajedrecista más experto y profesional que he visto.
Os cuento.
Discurría una de las últimas rondas, 3ª y 4ª mesa en juego, final de partida, bastante público al tratarse de un final apurado de tiempo. Cuando entra por la puerta de la sala el comienzo de un objetivo, de lo que después descubrí, que detrás había una cámara y un fotógrafo. Vamos un equipo de estos de paparazzi, de fotógrafo profesional.
Ni corto ni perezoso después de echar una ojeada a la sala, y ver que no había casi nadie, se dirigió a estas mesas y casi ajustado entre los jugadores de las dos mesas como una tarjeta en el cajero, coloco su cámara con el objetivo casi (o sin casi) rozando el pelo por la parte de la oreja de uno de los jugadores, y comenzó a disparar fotos, con el sonido característico de estos elementos, el típico click-clack.
Al ver esto y estando muy cerca del profesional, un espectador le tocó en el brazo y con gestos le indicó que se pusiese más lejos. La respuesta fue seguir echando fotos y click-clack en el oído del jugador, volvió a insistir el espectador gestualmente en lo de antes, y algo groserillo el que se intuía que era periodista le dijo la típica frase "estoy haciendo mi trabajo". El espectador consiguió separar al elemento en cuestión de los jugadores mediante gestos, y una vez separado de las mesa y jugadores le comentó que se pusiese algo más retirado, que no podía echar fotos en los oídos de los jugadores y menos en ese momento de apuros de tiempo y final de partida, que les molestaba, a lo que éste contestó algo más groserillo estoy haciendo mi trabajo, estoy haciendo mi trabajo, estoy haciendo mi trabajo...
Tras repetir en numerosas ocasiones dicha frase (esa frase debe ser al periodismo como la biblia al papa) enfadó un poco a este hombre y éste se dirigió a él diciéndole que no tenía ni idea de lo que hacía, que no sabía ni en que deporte estaba y que cómo su periódico no mandaba a alguien más cualificado y que tuviese algo de idea de ajedrez. El seguía insistiendo en que estaba haciendo su trabajo y que sabia lo que hacía perfectamente, estoy haciendo mi trabajo, soy un profesional y estoy haciendo mi trabajo.
Así estuvieron bastantes segundos repitiendo cada uno las mismas frases (eso si de forma muy susurrosa),
todo ello mientras el periodista retrocedía hacia la puerta de salida de la sala de juego y el espectador le perseguía, ambos repitiendo las mismas frases ya mencionadas, y así hasta que salió de la sala.
Todos nos quedamos un poco sorprendidos de la actuación del personaje y vigilantes de alguna forma por si volvía avisar al árbitro que estaba con sus quehaceres en la mesa. Por suerte el hombre pegado a un tele-objetivo no apareció más.
Al terminar el jugador al que fotografió el tímpano preguntó que quién había sido el "atontao" que echaba las fotos en el oído, y se le comentó que un periodista, éste movió la cabeza con gesto de desaprobación y ahí quedó la cosa.
... y es que el ignorante no es el que no sabe sino el que se niega a aprender.
Os cuento.
Discurría una de las últimas rondas, 3ª y 4ª mesa en juego, final de partida, bastante público al tratarse de un final apurado de tiempo. Cuando entra por la puerta de la sala el comienzo de un objetivo, de lo que después descubrí, que detrás había una cámara y un fotógrafo. Vamos un equipo de estos de paparazzi, de fotógrafo profesional.
Ni corto ni perezoso después de echar una ojeada a la sala, y ver que no había casi nadie, se dirigió a estas mesas y casi ajustado entre los jugadores de las dos mesas como una tarjeta en el cajero, coloco su cámara con el objetivo casi (o sin casi) rozando el pelo por la parte de la oreja de uno de los jugadores, y comenzó a disparar fotos, con el sonido característico de estos elementos, el típico click-clack.
Al ver esto y estando muy cerca del profesional, un espectador le tocó en el brazo y con gestos le indicó que se pusiese más lejos. La respuesta fue seguir echando fotos y click-clack en el oído del jugador, volvió a insistir el espectador gestualmente en lo de antes, y algo groserillo el que se intuía que era periodista le dijo la típica frase "estoy haciendo mi trabajo". El espectador consiguió separar al elemento en cuestión de los jugadores mediante gestos, y una vez separado de las mesa y jugadores le comentó que se pusiese algo más retirado, que no podía echar fotos en los oídos de los jugadores y menos en ese momento de apuros de tiempo y final de partida, que les molestaba, a lo que éste contestó algo más groserillo estoy haciendo mi trabajo, estoy haciendo mi trabajo, estoy haciendo mi trabajo...
Tras repetir en numerosas ocasiones dicha frase (esa frase debe ser al periodismo como la biblia al papa) enfadó un poco a este hombre y éste se dirigió a él diciéndole que no tenía ni idea de lo que hacía, que no sabía ni en que deporte estaba y que cómo su periódico no mandaba a alguien más cualificado y que tuviese algo de idea de ajedrez. El seguía insistiendo en que estaba haciendo su trabajo y que sabia lo que hacía perfectamente, estoy haciendo mi trabajo, soy un profesional y estoy haciendo mi trabajo.
Así estuvieron bastantes segundos repitiendo cada uno las mismas frases (eso si de forma muy susurrosa),
todo ello mientras el periodista retrocedía hacia la puerta de salida de la sala de juego y el espectador le perseguía, ambos repitiendo las mismas frases ya mencionadas, y así hasta que salió de la sala.
Todos nos quedamos un poco sorprendidos de la actuación del personaje y vigilantes de alguna forma por si volvía avisar al árbitro que estaba con sus quehaceres en la mesa. Por suerte el hombre pegado a un tele-objetivo no apareció más.
Al terminar el jugador al que fotografió el tímpano preguntó que quién había sido el "atontao" que echaba las fotos en el oído, y se le comentó que un periodista, éste movió la cabeza con gesto de desaprobación y ahí quedó la cosa.
... y es que el ignorante no es el que no sabe sino el que se niega a aprender.